No sería demasiado difícil escribir si no se tuviera que pensar tanto antes – Joan Puig i Ferreter
Contrario a lo que piensa la mayoría en la era de las videollamadas, las TED Talks y Netflix, concuerdo con Antonio Martín, director de Cálamo & Cran, en que “hoy se escribe mucho más que lo que nunca hizo la Humanidad en toda su historia”.
Las tecnologías de la información y las comunicaciones han diversificado las formas de escritura y, de cierta forma, han puesto esta práctica al alcance de todos los círculos de la “ciudad letrada” descrita por Ángel Rama. Así, es apenas predecible que, entre tantos correos, chats y blogs fuera de la jurisdicción de la Real Academia, se soslaye uno que otro estatuto gramatical, y que esto dé razones a los gendarmes ortográficos para afirmar que cada vez se escribe peor. Antes de atreverme a emitir un veredicto, quisiera entender qué define a un texto como “malo”, o mejor aún, cuál es la esencia de una “buena” redacción.
Ortografía vs. lógica
Hace algunos años, Piedad Bonnett reveló “una triste radiografía” del país al denunciar públicamente y con conocimiento de causa que “la gran mayoría de los estudiantes colombianos, incluidos los universitarios, no tiene ni idea de escribir”. Los motivos para tan desconsolada diatriba se relacionaban con faltas de puntuación y ortografía en los cuentos presentados a un concurso literario.
Semanas después, el profesor y columnista Mauricio García Villegas añadió al diagnóstico afirmando que más grave que los yerros ortográficos o gramaticales es la falta de lógica y coherencia entre las ideas de un texto. “De nada sirve tener un texto impecable desde el punto de vista formal si está lleno de estas inconsistencias. Si la mala ortografía es como el mal aliento, la falta de coherencia es como el mal comportamiento”, declaró.
¿Qué pensar? Si el problema es de estructura y no de forma, ¿por qué tantos cursos de redacción ofertados por universidades e instituciones insignia en el uso de la lengua se enfocan más en que sus estudiantes memoricen los jijuemil usos de la coma y no tanto en que aprendan a organizar las ideas que quieren comunicar? A fin de cuentas, para resolver dudas ortográficas solo hace falta consultar los artículos de la Fundéu o el Diccionario Panhispánico de Dudas.
A fin de cuentas, las normas ortográficas varían con el tiempo en función del uso y la economía del lenguaje. Incluso hoy se discute si deberíamos simplificar la ortografía del castellano para que “todo ese tiempo que le dedicamos a la enseñanza de la ortografía se lo podamos dedicar a otras cuestiones de la lengua cuya complejidad sí merece el tiempo y el esfuerzo”. Dicho esto, parece que en la enseñanza de la redacción estamos paliando el síntoma y no atacando la causa de la enfermedad.
Escribir es comunicar
La escritura es una práctica comunicativa y, como todo acto de comunicación, tiene lugar en un contexto y con un propósito específico. Los diferentes tipos de textos (o géneros o secuencias) responden a distintos objetivos y contextos de la escritura. Yo no escribo de la misma manera un correo a mi jefe que un comentario en Twitter. Yo no utilizo las mismas formas textuales para informar sobre un retraso en mi flujo de trabajo que para defender un punto de vista.
Por ello, antes de preocuparnos por llenar la hoja de Word y eliminar los subrayados en rojo que deja el autocorrector, es necesario definir qué queremos lograr con nuestro texto, a qué tipo de lectores escribimos, qué nivel de formalidad debemos usar y cuál estructura asegurará que mis ideas sean comprendidas sin mayor dificultad.
La redacción de un texto requiere un proceso de planeación, en el que se definan las ideas a comunicar, se establezcan relaciones coherentes entre estas, se decida el tipo de información necesaria para sustentarlas y se elijan ideas de otros con las cuáles dialogar (citación, que llaman). En fin, la escritura demanda tiempo para pensar antes de escribir (crédito a Daniel Cassany por el epígrafe).
Escritura eficaz
Para responder a la pregunta inicial, creo firmemente que escribir bien es escribir con eficacia. Y el mismo Cassany me secunda (?): “escribir bien es comunicar bien, con eficacia […] quizá antes se decía que escribir bien era escribir difícil, barroco, complejo, empleando palabras raras; yo creo que hoy los valores están cambiando y escribir bien significa llegar a la mente, al corazón”. Siempre escribimos con un fin y la clave de un texto eficaz es disponer de todos los mecanismos de la lengua escrita para lograrlo.
Cuando nos tomamos el tiempo de planear la escritura y organizar las ideas, nuestros lectores (receptores o destinatarios) podrán interpretar el sentido de nuestro texto y reaccionar a este según nuestro propósito comunicativo. Solo así habremos logrado una buena escritura, o como diría mi compañera a cargo del Taller de Redacción Eficaz, una escritura feliz.
Por Javier Carrillo Zamora. Corrector de textos de la Editorial de la Universidad Central y docente del Taller de Redacción Eficaz.
[…] También puedes leer Sobre Escribir Bien […]