Un libro muy famoso durante la segunda mitad del siglo XX, el Mil mesetas, comienza de la siguiente manera:
“El Anti-Edipo lo escribimos a dúo. Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos […] ¿Por qué hemos conservado nuestros nombres? Por rutina, únicamente por rutina. Para hacernos nosotros también irreconocibles. Para hacer imperceptible, no a nosotros, sino todo lo que nos hace actuar, experimentar, pensar. Y además porque es agradable hablar como todo el mundo y decir el sol sale, cuando todos sabemos que es una manera de hablar. No llegar al punto de ya no decir yo, sino a ese punto en el que ya no tiene ninguna importancia decirlo o no decirlo. Ya no somos nosotros mismos. Cada uno reconocerá los suyos. Nos han ayudado, aspirado, multiplicado.”.
¿De qué se trata esta pequeña introducción que pareciera abogar por el acto de escritura como un proceso en el que aquellos que escriben se hacen irreconocibles?
¿En qué consiste esta “rutina del lenguaje” en la que se sostiene un “nombre”, un “autor”?
¿Cómo podemos entender eso de “hablar como todo el mundo”?
Deberíamos empezar por decir que llama la atención el hecho de que se resalte la idea de que “hay formas de hablar”. Se trata de reconocer que utilizamos el lenguaje de múltiples maneras: desde la más simple transmisión de una orden, que presupone una enunciación directa que no da cabida a una interpretación (por ejemplo “haz esto” o “siéntate aquí”…), esto es, asume los actos de habla como la emisión de un “proceso simple” de comunicación, hasta ese nivel de la reflexión que nos permite, más que emitir ideas elementales –como “el sol sale”–, entrar en un proceso de extrañamiento que nos obliga a interrogarnos sobre el mundo, sobre lo que pensamos e incluso sobre lo que decimos y cómo lo decimos.
Este último nivel asume las palabras como “objetos” cargados de un “espesor significante”, es decir, cargados de múltiples significados y sentidos que se han ido generando con el pasar del tiempo, como consecuencia de las relaciones en las que se han visto involucrados, determinados por un contexto histórico y social; dicho de otro modo, engloban y traen consigo nuestra cultura. Así, al ingresar a este espacio de la reflexión podemos ampliar nuestro horizonte de visión, podemos crear y recrear el mundo, recuperar sentidos perdidos y proponer otros nuevos.
Para este fin, Tu lengua te descubre ha sido creado como una invitación abierta a la disertación en torno la crítica y el lenguaje y su papel en la obtención y difusión del conocimiento, así como para incentivar reflexiones sobre la relación existente entre el uso adecuado de la lengua y valores como la honestidad, el respeto y la autonomía.
La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse.
Juan Rulfo
Yo veo la sociedad como una red de narraciones; no solo es una red de intercambios económicos o sentimentales, sino también una trama de relatos.
Ricardo Piglia
La Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.
Jorge Luis Borges
Debemos a la tradición escrita la actual, admirable y digna de cuidado unidad de la lengua española para la transmisión del conocimiento…